El hombre cansado,
por Tlatoani.
Había tanto ruido en la habitación que no se podía pensar con claridad. El hombre estaba sentado en su sillón reclinable, lo único que quería era descansar después de pasar todo el día en la oficina.
Hay una gotera en la cocina, la licuadora huele a quemado, súbele a la televisión que casi no escucho la novela, sólo llegas y te echas en tu sillón como costal, contéstame que te estoy hablando.
El hombre se levantó sin voltear a ver a su esposa y fue a la cocina, poco tardó en regresar al cuarto con paso lento y unas tijeras en la mano. Se cortó las orejas y las puso en su sillón.
Se fue a la cama, dejando un caminito de sangre. Cerró los ojos y se quedó dormido, pero sólo pudo soñar con los reclamos de su mujer.